Donde no todos van

Algunos me llaman Sol, Sun, Summer, Maylee o Sole, un intento de escritora-fotografa con el único objetivo de encontrar las mejores cosas en los lugares y personas menos esperados
Aquí un poco de lo que he encontrado y puedo entragrles :D

miércoles, 19 de mayo de 2010

El café de San Diego

Iba caminando como todas las mañanas por el paseo central, donde todos los sábados me detenía a tomar un café, siempre acompañado de una pastel variado, leyendo el diario local o alguna novela de turno.
En esta ocasión no pude comprar el periódico, por lo que no me quedo más remedio que entretenerme observando a quienes acudían allí, a pesar de que los veía todos los sabados por meses, nunca me había detenido a observar como acudían allí, y las cosas que los entretenía pasar horas en ese café.
Así rápidamente pude darme cuenta que el señor de barba negra, grande en masa y alto, moreno de voz ronca y que tosía mucho en los inviernos y cambios de estación, y de risa estridente, era un fiel admirador de la dueña de aquel loca, pues su vista se detenía por varios minutos en lo que ella hacía, y su intento por tornar conversaciones simples en algo mucho más prolongado en el tiempo era bastante evidentes a mi parecer, sin embargo ella parecía no notarlo y además entretenerse bastante con aquellas historias que parecían más editadas y algo exageradas para conquistar a alguien.
La dueña del local era una mujer mayor en edad, en relación a mi persona, pero aun así se mantenía joven, vestía con grandes faldones de vividos colores y trataba de mantener ese café ad hoc, para todos quienes lo visitaban, siempre se mantenía informada por el estado de cada uno de sus clientes habituales y los consentía con ciertas regañías de la casa cuando era necesario, parecía más bien un dueño de bar, pero en su más puro estilo femenino y maternal que podían hacer deterretir a cualquiera, era inevitable dejarse querer por aquella mujer y sus cuidados.
Además de estos dos personajes, se encontraba el hijo de esta señora, Julian, un joven bastante guapo a la vista, moreno y con hermosos ojos verdes, y bastante esforzado, ayudaba a su madre todas las tardes luego de concluir sus clases, para luego dedicarse a sus estudios todas las noches, pasaba horas ayudando en los quehaceres de aquel café, y pocas veces se le había visto con alguna amiga, el procuraba cuidar bastante de su madre, y al igual que ella de su clientela predilecta, a pesar de tener bonitos rasgos nunca fue un galán, pero si caballero, y alejaba a los jóvenes de malas intenciones si era necesario.
Pero no es de Julian de quien hablaremos el día de hoy, es demasiado guapo para ponerle ya más atención de la que ya tiene. Hablaremos de Sebastián, el chico del rincón, al igual que yo siempre se dirije los Sabados a este café, pero a diferencia mías el va con su notebook, y muy concentrado frunse el ceño y escribe, por horas, nunca he sabido exactamente que es lo que hace, pero al parecer publica poemas en alguna revista virtual, jamás ha driijido mayor palabra con los demás clientes del café, pero aun así la señora Mercedes (dueña del café) le tiene bastante estima, pues le deja ese espacio reservado, cuando el tarde en llegar, procura dejar un cartel de reservado en aquel lugar, siempre va solo, al parecer es del barrio, y por lo que he observado el día de hoy muy dedicado.
Luego de terminar su tercera taza de café (habían dos tazas vacias a su lado, no es que haya observado por tanto tiempo) llevo sus tazas vacías al mesón, jamás lo había visto tan cerca y me sorprendió la belleza de su rostro, tan calamdo y a la vez con esos ojos tan perturbados, era de un café oscuro, grande y redondos, de una forma y brillo perfecto, pero aun así denotando una mirada más bien triste, al darse cuenta que lo observaba me saludo y amablemente se presentó, yo sin saber que hacer simplemente le di la mano y le sonreí…

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